Dada la alta competitividad que se presente año tras año en el mercado laboral, en la actualidad no basta poseer conocimientos y habilidades técnicas en un área específica. En el ejercicio del trabajo interviene toda la persona, se ponen en juego todas sus cualidades. El hombre no es sólo cabeza. De ahí que muchos de los profesionales que fracasan lo hacen no por carecer de una buena preparación profesional, sino por no tener una serie de cualidades humanas que son imprescindibles para trabajar bien.
Por eso se habla tanto de la formación integral. Y con razón. Pero, ¿qué significa?. Parece que se hubiera convertido en un tópico que no puede faltar en un discurso sobre educación, pero poco a poco se ha ido perdiendo el sentido de lo que es integridad. Formación integral es una formación que ayuda a desarrollar todas las potencialidades de la persona, que da respuesta a todas sus interrogantes. Una formación integral es aquella que no instruye en tal o cual técnica, sino que forma a la persona como tal, enseña a vivir bien, ¡a ser un hombre cabal!.
Es claro que una formación meramente técnica no es una educación integral. Es decir, no es suficiente para formar a una persona humana de modo completo. Pero no es suficiente no sólo para formar a una persona completa, sino que tampoco es suficiente para formar un buen técnico. Entre otras cosas, porque un técnico es una persona humana completa y en el trabajo entran en juego y quedan de manifiesto todas sus cualidades. En el trabajo se pone en tensión al ser humano total. Por eso en el trabajo cada uno se muestra tal cual como es, allí deja su sello personal.
Es así como se da el caso de profesionales que teniendo muy bien nivel de conocimiento fracasan, precisamente por serios vacíos en su formación personal: descuido, impuntualidad, desorden, inconstancia, pereza, falta de honradez, etc., o bien, porque no saben relacionarse con los demás, es decir, tiene dificultades para trabajar con otros: mal humos, impaciencia, susceptibilidades... a nadie le gusta trabajar con gente descuidada,... no se trabaja en solitario; el trabajo se hace en equipo.
Otros también fracasan por no encontrar sentido a lo que hacen, por no saber descubrir los valores que encierra el trabajo. Es obvio que trabajará de manera distinta el que considera el trabajo como un castigo o un mal necesario, que aquel que entiende que el trabajo es una actividad propiamente humana a través de la cual el hombre se perfecciona, desarrolla sus capacidades y presta un servicio a los demás.
Pero para que una persona tenga una formación integral, y llegue a ser un verdadero profesional, debe desarrollar todas las áreas potenciales de su existencia, sacando el mayor provecho en cada una de sus facetas tanto personales como profesionales.
Dada la evidencia física del hombre y su importancia ineludible de su identidad corporal, una primera área se preocupa del desarrollo de la parte de responsabilidad que a cada uno le corresponde en el crecimiento y funcionamiento de su propio cuerpo.
Reconociendo al hombre como un ser inteligente que puede lograr por sí mismo su realización personal, se propone el desarrollo de la capacidad de pensar, innovar y utilizar la información de manera original y relevante.
Desatacando que el hombre se diferencia de todos los otros seres creados por su capacidad de distinguir entre el bien y el mal, entra luego a desarrollar la disposición permanente de la voluntad para organizar las fuerzas e impulsos de la persona de acuerdo a un principio regulador de naturaleza ética.
Confirmando la resonancia que los efectos tienen en la historia interna de las personas, otra área se encarga de obtener y mantener un estado interior de libertad, equilibrio y madurez emocional, integrando la vida afectiva al comportamiento.
Como no es posible comprender al ser humano sino en relación con los demás, otra área atiende el desarrollo de la dimensión social de la personalidad, con énfasis en el aprendizaje y práctica de la solidaridad.
Y como tampoco es posible arrancar de la vida humana su vocación hacia lo trascendental, también se debe desarrollar la aspiración a establecer vínculos espirituales, la capacidad de asumir una fe e integrarla a la vida y la disposición a respetar las distintas opciones.
De esta forma, las áreas de desarrollo y formación integral conforman una armonía integradora que comprende todas las facetas del hombre. La salud, la realización personal, la identidad, la madurez, la integración social y la propia felicidad, dependen de una desarrollo armónico de todos estos aspectos.
1. Áreas de la Formación Integral
a) Corporalidad
En el amplio abanico del desarrollo de la personalidad, lo que primero se evidencia es la singular y misteriosa relación de una persona con su cuerpo.
Alma y cuerpo realizan su unidad a cada instante en el movimiento de la vida, en una interdependencia difícil de medir pero real.
Es así, como el desarrollo integral de una persona no sólo depende de factores inmateriales, como los espirituales, los psicológicos o los culturales. También está sujeto a factores físicos, los que interactúan en la determinación de las características de la personalidad.
Por otra parte, el cuerpo, objetivado y conocido cada día más por la ciencia, no sólo crece y funciona en razón de una serie de cambios y procesos sujetos a leyes propias, sino que es posible obtener a su respecto un punto de plenitud, al cual el hombre se acerca a medida que transcurre su vida.
Entendemos entonces por desarrollo corporal, el ejercicio de esa cuota de responsabilidad personal en el crecimiento y funcionamiento del propio cuerpo.
b) Creatividad
Otro aspecto relevante en el desarrollo de la personalidad es el que dice relación con los procesos cognoscitivos y el desarrollo intelectual.
Descubrir la información, almacenarla, hacer inferencias y sacar conclusiones, valorar la calidad de las ideas y soluciones, discernir entre ellas, son tareas propias de la inteligencia, que van desde los simples esquemas infantiles hasta los conceptos más elaborados de la adolescencia y la vida adulta.
La posesión de un abundante depósito de conocimientos debe distinguirse de la libertad para usar ese conocimiento. Al hombre dotado de una variada gama de imágenes y conceptos acostumbramos considerarlo inteligente, pero al que utiliza ese cúmulo de manera original y relevante, aportando soluciones o productos nuevos, lo llamamos creativo.
La creatividad es un concepto que ha recibido mucha atención e innumerables definiciones en la época contemporánea; y no está referida sólo a la creación artística, como tampoco es un don especial recibido en el paquete hereditario.
Es una aptitud que existe en la persona y que es preciso hace brotar. Para que surja, se necesita además educar una actitud creativa, caracterizada por una apertura de la persona a la plenitud de sus experiencias, sensible a lo que acontece en su entorno, a los demás seres humanos y, sobre todo, sensible a lo que descubre dentro de sí mismo.
La insatisfacción de las necesidades prioritarias, como las fisiológicas, la seguridad, el amor, la estima; la falta de conocimientos suficientes, el apego a reglas antiguas, el miedo al error y al fracaso, la incapacidad para la aventura, el ambiente severo, el conformismo con el entorno, la censura sistemática, constituyen serios obstáculos al desarrollo de la creatividad.
c) Carácter
Entendemos el carácter como una disposición permanente de la voluntad del hombre para organizar sus fuerzas e impulsos de acuerdo con un principio regulador de naturaleza ética, confiriéndole a su comportamiento cierto perfil personal.
Concebido de esta manera, el carácter se contrapone con el mundo de los instintos, de las apetencias y de los rasgos que dependen especialmente de la constitución física o que están relacionados con ella, la cual sostiene el carácter, pero no define las elecciones ni los valores.
En este aspecto del desarrollo de la personalidad es fundamental la orientación de la vida en base a objetivos, so ordenación de acuerdo a valores libremente aceptados y la educación de la voluntad para que la persona se mantenga adherida a esos valores. De esa manera se da sentido a la vida y coherencia a la conducta. Tal certidumbre y consistencia ética permiten al hombre maduro obtener la consecución de los fines que considera justos.
Correlativamente, las personas que tienen un buen conocimiento de sí mismas poseen un elevado sentido del humor, probablemente debido a su capacidad de autoobjetivación. Quien tiene sentido proporcionado de sus cualidades y valores es capaz de percibir sus incongruencias y absurdos. El humor a que nos referimos carece de hostilidad, es intrínseco a la situación y no añadido a ella, es espontáneo, considera respetuosamente a los demás y es ajeno a la comicidad. Un humor que invita a la persona a superar dificultades y a expresar de un modo constante su gusto por la vida. Un carácter alegre es una marca que identifica, distingue y atrae voluntades.
d) Afectividad
Al igual que las dimensiones biológica, cognoscitiva y moral, las experiencias afectivas forman parte de la vida y contribuyen a definir la personalidad.
Las emociones, sentimientos, pasiones y motivaciones le confieren a toda actividad humana una particular resonancia, que aún cuando sólo podemos definir de un modo vago, es de tal importancia subjetiva que deja huella decisiva en la historia interna de las personas.
Las experiencias afectivas se generan desde los estímulos concretos de la vida practica, se vivencian interiormente, provocan reacciones corporales, se manifiestan en la conducta y se expresan en las ideas, juicios y pensamientos, influyendo finalmente en la definición de la personalidad.
En todo proceso de formación, debe procurarse que la vida afectiva se integre adecuadamente al comportamiento, favoreciendo el desarrollo.
e) Sociabilidad
La finalidad de todo proceso de formación es la libertad y toda autoridad se justifica en la medida que existe para la libertad de quienes educa, dirigen y gobiernan.
Si la persona es un ser racional, capaz de conocer la verdad y si su voluntad debe elegir los valores en base a los cuales ordenar su vida, la libertad es el medio insustitutible dentro del cual deberá ejercer esas facultades.
La libertad humana es para realizarse en el encuentro con los otros, para asumir una actitud responsable ante el hecho social. Es así como la libertad se convierte en respuesta, en compromiso con la comunidad, en auxilio al que sufre, en socorro al medio natural depredado, en encuentro y diálogo entre las culturas, en solidaridad.
f) Espiritualidad
Desde que toma conciencia de sí mismo el ser humano busca respuestas sobre el origen, naturaleza y destino de su vida: ¿de donde vengo?, ¿qué es el hombre? ¿a dónde voy?.
Una cultura o una época se preguntan en forma diferente que otras, el hombre que trata de vivir ajustado a su conciencia se interroga de otro modo que quien no oye su voz; la mujer que sufre dolor pregunta de otra manera que la mujer sana; el creyente plantea la cuestión distinto que el incrédulo; el estudiante que el obrero; pero siempre se trata del mismo enigma que pide solución.
Así como no podemos separar a la persona en componentes emocionales, mentales, físicos o sociales, tampoco podemos arrancar de la vida humana su vocación hacia lo trascendente, la admiración ante el misterio, la búsqueda de creer.
Lo espiritual comprende la relación del hombre y del mundo con un Dios (o ser superior) y la manera en que ése Dios se hace presente en la existencia cotidiana, por lo cual el desarrollo espiritual es la tarea de establecer vínculos personales, íntimos y recíprocos con nuestra fe, asumiéndolo e integrándolo a la vida.
Fuente:
Claves para el Éxito Profesional
INACAP
Objetivos Educativos
OSI
Puerto Rico-1995
Por eso se habla tanto de la formación integral. Y con razón. Pero, ¿qué significa?. Parece que se hubiera convertido en un tópico que no puede faltar en un discurso sobre educación, pero poco a poco se ha ido perdiendo el sentido de lo que es integridad. Formación integral es una formación que ayuda a desarrollar todas las potencialidades de la persona, que da respuesta a todas sus interrogantes. Una formación integral es aquella que no instruye en tal o cual técnica, sino que forma a la persona como tal, enseña a vivir bien, ¡a ser un hombre cabal!.
Es claro que una formación meramente técnica no es una educación integral. Es decir, no es suficiente para formar a una persona humana de modo completo. Pero no es suficiente no sólo para formar a una persona completa, sino que tampoco es suficiente para formar un buen técnico. Entre otras cosas, porque un técnico es una persona humana completa y en el trabajo entran en juego y quedan de manifiesto todas sus cualidades. En el trabajo se pone en tensión al ser humano total. Por eso en el trabajo cada uno se muestra tal cual como es, allí deja su sello personal.
Es así como se da el caso de profesionales que teniendo muy bien nivel de conocimiento fracasan, precisamente por serios vacíos en su formación personal: descuido, impuntualidad, desorden, inconstancia, pereza, falta de honradez, etc., o bien, porque no saben relacionarse con los demás, es decir, tiene dificultades para trabajar con otros: mal humos, impaciencia, susceptibilidades... a nadie le gusta trabajar con gente descuidada,... no se trabaja en solitario; el trabajo se hace en equipo.
Otros también fracasan por no encontrar sentido a lo que hacen, por no saber descubrir los valores que encierra el trabajo. Es obvio que trabajará de manera distinta el que considera el trabajo como un castigo o un mal necesario, que aquel que entiende que el trabajo es una actividad propiamente humana a través de la cual el hombre se perfecciona, desarrolla sus capacidades y presta un servicio a los demás.
Pero para que una persona tenga una formación integral, y llegue a ser un verdadero profesional, debe desarrollar todas las áreas potenciales de su existencia, sacando el mayor provecho en cada una de sus facetas tanto personales como profesionales.
Dada la evidencia física del hombre y su importancia ineludible de su identidad corporal, una primera área se preocupa del desarrollo de la parte de responsabilidad que a cada uno le corresponde en el crecimiento y funcionamiento de su propio cuerpo.
Reconociendo al hombre como un ser inteligente que puede lograr por sí mismo su realización personal, se propone el desarrollo de la capacidad de pensar, innovar y utilizar la información de manera original y relevante.
Desatacando que el hombre se diferencia de todos los otros seres creados por su capacidad de distinguir entre el bien y el mal, entra luego a desarrollar la disposición permanente de la voluntad para organizar las fuerzas e impulsos de la persona de acuerdo a un principio regulador de naturaleza ética.
Confirmando la resonancia que los efectos tienen en la historia interna de las personas, otra área se encarga de obtener y mantener un estado interior de libertad, equilibrio y madurez emocional, integrando la vida afectiva al comportamiento.
Como no es posible comprender al ser humano sino en relación con los demás, otra área atiende el desarrollo de la dimensión social de la personalidad, con énfasis en el aprendizaje y práctica de la solidaridad.
Y como tampoco es posible arrancar de la vida humana su vocación hacia lo trascendental, también se debe desarrollar la aspiración a establecer vínculos espirituales, la capacidad de asumir una fe e integrarla a la vida y la disposición a respetar las distintas opciones.
De esta forma, las áreas de desarrollo y formación integral conforman una armonía integradora que comprende todas las facetas del hombre. La salud, la realización personal, la identidad, la madurez, la integración social y la propia felicidad, dependen de una desarrollo armónico de todos estos aspectos.
1. Áreas de la Formación Integral
a) Corporalidad
En el amplio abanico del desarrollo de la personalidad, lo que primero se evidencia es la singular y misteriosa relación de una persona con su cuerpo.
Alma y cuerpo realizan su unidad a cada instante en el movimiento de la vida, en una interdependencia difícil de medir pero real.
Es así, como el desarrollo integral de una persona no sólo depende de factores inmateriales, como los espirituales, los psicológicos o los culturales. También está sujeto a factores físicos, los que interactúan en la determinación de las características de la personalidad.
Por otra parte, el cuerpo, objetivado y conocido cada día más por la ciencia, no sólo crece y funciona en razón de una serie de cambios y procesos sujetos a leyes propias, sino que es posible obtener a su respecto un punto de plenitud, al cual el hombre se acerca a medida que transcurre su vida.
Entendemos entonces por desarrollo corporal, el ejercicio de esa cuota de responsabilidad personal en el crecimiento y funcionamiento del propio cuerpo.
b) Creatividad
Otro aspecto relevante en el desarrollo de la personalidad es el que dice relación con los procesos cognoscitivos y el desarrollo intelectual.
Descubrir la información, almacenarla, hacer inferencias y sacar conclusiones, valorar la calidad de las ideas y soluciones, discernir entre ellas, son tareas propias de la inteligencia, que van desde los simples esquemas infantiles hasta los conceptos más elaborados de la adolescencia y la vida adulta.
La posesión de un abundante depósito de conocimientos debe distinguirse de la libertad para usar ese conocimiento. Al hombre dotado de una variada gama de imágenes y conceptos acostumbramos considerarlo inteligente, pero al que utiliza ese cúmulo de manera original y relevante, aportando soluciones o productos nuevos, lo llamamos creativo.
La creatividad es un concepto que ha recibido mucha atención e innumerables definiciones en la época contemporánea; y no está referida sólo a la creación artística, como tampoco es un don especial recibido en el paquete hereditario.
Es una aptitud que existe en la persona y que es preciso hace brotar. Para que surja, se necesita además educar una actitud creativa, caracterizada por una apertura de la persona a la plenitud de sus experiencias, sensible a lo que acontece en su entorno, a los demás seres humanos y, sobre todo, sensible a lo que descubre dentro de sí mismo.
La insatisfacción de las necesidades prioritarias, como las fisiológicas, la seguridad, el amor, la estima; la falta de conocimientos suficientes, el apego a reglas antiguas, el miedo al error y al fracaso, la incapacidad para la aventura, el ambiente severo, el conformismo con el entorno, la censura sistemática, constituyen serios obstáculos al desarrollo de la creatividad.
c) Carácter
Entendemos el carácter como una disposición permanente de la voluntad del hombre para organizar sus fuerzas e impulsos de acuerdo con un principio regulador de naturaleza ética, confiriéndole a su comportamiento cierto perfil personal.
Concebido de esta manera, el carácter se contrapone con el mundo de los instintos, de las apetencias y de los rasgos que dependen especialmente de la constitución física o que están relacionados con ella, la cual sostiene el carácter, pero no define las elecciones ni los valores.
En este aspecto del desarrollo de la personalidad es fundamental la orientación de la vida en base a objetivos, so ordenación de acuerdo a valores libremente aceptados y la educación de la voluntad para que la persona se mantenga adherida a esos valores. De esa manera se da sentido a la vida y coherencia a la conducta. Tal certidumbre y consistencia ética permiten al hombre maduro obtener la consecución de los fines que considera justos.
Correlativamente, las personas que tienen un buen conocimiento de sí mismas poseen un elevado sentido del humor, probablemente debido a su capacidad de autoobjetivación. Quien tiene sentido proporcionado de sus cualidades y valores es capaz de percibir sus incongruencias y absurdos. El humor a que nos referimos carece de hostilidad, es intrínseco a la situación y no añadido a ella, es espontáneo, considera respetuosamente a los demás y es ajeno a la comicidad. Un humor que invita a la persona a superar dificultades y a expresar de un modo constante su gusto por la vida. Un carácter alegre es una marca que identifica, distingue y atrae voluntades.
d) Afectividad
Al igual que las dimensiones biológica, cognoscitiva y moral, las experiencias afectivas forman parte de la vida y contribuyen a definir la personalidad.
Las emociones, sentimientos, pasiones y motivaciones le confieren a toda actividad humana una particular resonancia, que aún cuando sólo podemos definir de un modo vago, es de tal importancia subjetiva que deja huella decisiva en la historia interna de las personas.
Las experiencias afectivas se generan desde los estímulos concretos de la vida practica, se vivencian interiormente, provocan reacciones corporales, se manifiestan en la conducta y se expresan en las ideas, juicios y pensamientos, influyendo finalmente en la definición de la personalidad.
En todo proceso de formación, debe procurarse que la vida afectiva se integre adecuadamente al comportamiento, favoreciendo el desarrollo.
e) Sociabilidad
La finalidad de todo proceso de formación es la libertad y toda autoridad se justifica en la medida que existe para la libertad de quienes educa, dirigen y gobiernan.
Si la persona es un ser racional, capaz de conocer la verdad y si su voluntad debe elegir los valores en base a los cuales ordenar su vida, la libertad es el medio insustitutible dentro del cual deberá ejercer esas facultades.
La libertad humana es para realizarse en el encuentro con los otros, para asumir una actitud responsable ante el hecho social. Es así como la libertad se convierte en respuesta, en compromiso con la comunidad, en auxilio al que sufre, en socorro al medio natural depredado, en encuentro y diálogo entre las culturas, en solidaridad.
f) Espiritualidad
Desde que toma conciencia de sí mismo el ser humano busca respuestas sobre el origen, naturaleza y destino de su vida: ¿de donde vengo?, ¿qué es el hombre? ¿a dónde voy?.
Una cultura o una época se preguntan en forma diferente que otras, el hombre que trata de vivir ajustado a su conciencia se interroga de otro modo que quien no oye su voz; la mujer que sufre dolor pregunta de otra manera que la mujer sana; el creyente plantea la cuestión distinto que el incrédulo; el estudiante que el obrero; pero siempre se trata del mismo enigma que pide solución.
Así como no podemos separar a la persona en componentes emocionales, mentales, físicos o sociales, tampoco podemos arrancar de la vida humana su vocación hacia lo trascendente, la admiración ante el misterio, la búsqueda de creer.
Lo espiritual comprende la relación del hombre y del mundo con un Dios (o ser superior) y la manera en que ése Dios se hace presente en la existencia cotidiana, por lo cual el desarrollo espiritual es la tarea de establecer vínculos personales, íntimos y recíprocos con nuestra fe, asumiéndolo e integrándolo a la vida.
Fuente:
Claves para el Éxito Profesional
INACAP
Objetivos Educativos
OSI
Puerto Rico-1995
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